Capital cercana, muchas cosas que ver y un idioma que no se aleja mucho del nuestro, ¿qué más podemos pedir? No sabría si decir por desgracia o por suerte, yo sólo pude estar un día pues me pillaba de paso y decidí hacer una breve parada, pero el escaso tiempo que estuve ahí hizo que me entraran más ganas de volver.
Nada más entrar, su enorme puente color rojo vivo (según dicen, el puente colgante más grande de Europa), que a muchos nos recordará al de San Francisco, consiguió captar mi atención. Más de dos kilómetros de puro acero eran atravesados a cuatro ruedas, para por fin poder adentrarme en la ciudad de Lisboa.
Cada calle que pisaba era más empinada, pero no menos vacía. Una gran multitud de personas abordaban cada metro cuadrado de la ciudad, aunque esto no impedía poder moverte a tus anchas por esas calles revestidas de azulejos.
En pleno mes de agosto y con unas temperaturas muy veraniegas, no podía esperar menos que una capital llena de turistas que colapsaban todo monumento y terrazas al aire libre para reponer fuerzas.
Y sin duda, Portugal no sería Portugal sin sus conocidos tranvías que hacen tu viaje un poco menos exhausto (porque claro, subir tanta cuesta a pie, lo quieras o no, agota poco a poco tu energía).
Pese a lo mucho que había que ver en tan poco tiempo, las fotos nunca pueden faltar...
No me podía ir sin echarle un vistazo a lo que escondían los escaparates de las tiendas. Es cierto que algunas de estas ya eran frecuentadas por mi en España, pero hubo otras que me sorprendieron. Buenos precios, mucha variedad y con un estilo diferente.
Y se iba acercando la hora de comer, pero todo restaurante que veía estaba cada cual más lleno (y en algunos el menú era imposible de descifrar). Entonces optamos por algo más improvisado, un "picnic". La famosa Torre de Belén estaba rodeada de un césped ideal para extender tu manta, sacar la nevera llena de bebidas y aprovecharte de las sombras de los árboles que te ofrecían cobijo. Daban ganas de quedarse ahí, y es que con lo a gusto que se estaba a la sombra, si le sumamos el sonido de las aguas del Tajo, se convertía en un rincón de lo más acogedor. Pero quedaba una última parada antes de volver, el Cristo-Rei de Almada. Hubo que coger el coche para llegar hasta él, pero mereció la pena. Altura de vértigo, solo mirando hacia arriba te das cuenta de las dimensiones. Daba la sensación de que en cuanto dejaras de echarle un ojo se te iba a caer encima, pero se mantenía firme contra el viento. A penas pude ver su interior, porque dio la casualidad de que justo se estaba celebrando una boda (otro de los motivos por los que quiero volver a Lisboa). De lo que si se pudo disfrutar fue de las panorámicas vistas que había desde la cima donde estaba el monumento. Se podía ver toda la ciudad y el gran Puente 25 de Abril. Tras las fotos y los vídeos, el café de después de comer y el breve paso por la tienda de recuerdos, tocaba marcharse y salir hacia Madrid.
Y se iba acercando la hora de comer, pero todo restaurante que veía estaba cada cual más lleno (y en algunos el menú era imposible de descifrar). Entonces optamos por algo más improvisado, un "picnic". La famosa Torre de Belén estaba rodeada de un césped ideal para extender tu manta, sacar la nevera llena de bebidas y aprovecharte de las sombras de los árboles que te ofrecían cobijo. Daban ganas de quedarse ahí, y es que con lo a gusto que se estaba a la sombra, si le sumamos el sonido de las aguas del Tajo, se convertía en un rincón de lo más acogedor. Pero quedaba una última parada antes de volver, el Cristo-Rei de Almada. Hubo que coger el coche para llegar hasta él, pero mereció la pena. Altura de vértigo, solo mirando hacia arriba te das cuenta de las dimensiones. Daba la sensación de que en cuanto dejaras de echarle un ojo se te iba a caer encima, pero se mantenía firme contra el viento. A penas pude ver su interior, porque dio la casualidad de que justo se estaba celebrando una boda (otro de los motivos por los que quiero volver a Lisboa). De lo que si se pudo disfrutar fue de las panorámicas vistas que había desde la cima donde estaba el monumento. Se podía ver toda la ciudad y el gran Puente 25 de Abril. Tras las fotos y los vídeos, el café de después de comer y el breve paso por la tienda de recuerdos, tocaba marcharse y salir hacia Madrid.
¡Qué tengáis buen día y nos vemos pronto!
Torre de Belén
Tomada el 14 de agosto de 2015
Estaba indecisa porque no sabía si ir este verano o no, pero gracias a ti seguro que voy!
ResponderEliminarMuy bonitas la fotos, tu forma de redactar es muy buena, dan ganas de ir al sitio.
ResponderEliminarQué chuli!! Con lo que me gusta a mí viajar, sin duda, será uno de mis próximos destinos...un besito Alba!!
ResponderEliminarMe gustó mucho Portugal cuando estuve. Gracias a tu publicación recordé el maravilloso viaje!
ResponderEliminarEnhorabuena!!
Muy chulo Lisboa! :)
ResponderEliminarNo te olvides de visitarme en aprendiendo-marketing.blogspot.com.es
Lisboa, PRECIOSO, y además tan cerquita que lo tenemos... un beso guapa, genial post!!
ResponderEliminarPásate a verme!!! http://lavidaespati.blogspot.com.es/2015/11/pon-una-vaporera-en-tu-vida.html
Sabía que Lisboa era bonito...pero ¿tanto? Gracias por compartir esta experiencia con todos!!
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