Como os podéis imaginar, estaba todo a rebosar, pero no podía ser para menos. La Semana Santa en Sevilla es famosa a un nivel prácticamente mundial (es más, he conocido a extranjeros que dicen haberla visto retransmitida por la televisión de sus países). Como curiosidad os puedo contar que para las Procesiones, los asientos estaban agotados desde hace meses, llegando a unos precios de doscientos euros. Yo que estaba acostumbrada a verlas de paso por Madrid centro, me sorprendí muchísimo. Pero bueno, dejando un poco de lado la festividad, voy a centrarme también en todo lo que ví.
Nos alojamos en el hotel Vértice, el cual recomiendo. Buen servicio, tranquilo y además contaba con piscina. A pesar de que estuviéramos aún en Abril, las temperaturas llegaron a cuarenta grados, y refrescarse después de hacer turismo durante todo el día no venía nada mal.
Vimos muchísimas cosas de la ciudad, pero si contara con detalle todo lo acontecido durante la visita, creo que tardaría bastante en terminar de escribirlo, así que os haré un breve resumen y dejaré que el resto lo descubráis vosotros mismos.
La rutina era desayunar, vestirse y no aparecer por el hotel hasta la noche. Este estaba un poco alejado del núcleo turístico, pero nosotros como llevamos coche no tuvimos problema (para los que no conduzcan, además de taxis, había autobuses al lado que te dejaban en el centro).
La misma tarde que llegamos, visitamos la parte que yo considero más bonita de la ciudad, Plaza España.
Llena de detalles en cada una de sus paredes y ventanas, también contaba con bancos revestidos de azulejos que representaban las provincias de la Península.
Después recorrimos el Parque de Maria Luisa, en el que no cabían más palomas ni carruajes de caballos. Seguro que casi todos habéis visto la película "Ocho Apellidos Vascos", pues bien, al ver a los caballos fue lo primero que se me vino a la cabeza. Eran algo parecido a los autobuses de dos plantas que hacen un recorrido turístico por la carretera, pero con menos gente y más elegancia.
Y así a lo tonto, se nos pasaban los días, y seguíamos visitando más y más cosas, y nos acabamos perdiendo por el Barrio de Santa Cruz. Calles estrechas y algo laberínticas, pero que merecía la pena ver, terminando con los famosos Jardines de Murillo. Recorrimos todo el centro, seguimos tomando fotos, hicimos paradas para comer y en definitiva, fue un no parar.
Por último, os voy a enseñar las famosas Giralda y Torre del Oro que ya tenía muy vistas en papel por mis apuntes de Historia del Arte, pero que todavía no había visto in situ. Para coger una mejor perspectiva de la ciudad, subimos a un mirador conocido como "Setas de Sevilla".
Antes de terminar, quiero compartir una curiosidad de este viaje. En uno de los días, mi familia y yo estábamos un poco desorientados y como turistas, preguntamos a dos trabajadores de la zona. Así a lo tonto, nos pusimos a hablar y ellos, sin nosotros decirles nada y con sus propios medios, asumieron que veníamos de Madrid. Cuando continuamos nuestro camino, me dijo mi madre que sería por el acento, pero, ¿qué acento?
Os contaría más, pero creo que es mejor que lo veáis con vuestros propios ojos, porque estoy segura de que os va a encantar.
Un beso y hasta la próxima.